La elección en Estados Unidos y la decadencia del orden liberal
La decadencia
La elección en Estados Unidos nos demuestra que este país está en camino a convertirse en lugares como Brasil o México. Oligarquías nepotistas agrupadas en pocas áreas metropolitanas de moda pero rodeadas por un “interior” abandonado, despoblado y despreciado.
Parece que al final los “bárbaros”, “despreciables” y las “hordas populistas” –en palabras usadas por el orden liberal– después de todo, tras la derrota de Trump no seremos llevados como civilización al colapso y al fin de los tiempos, según la narrativa fragilista del orden liberal. Se nos amenaza con que el populismo, Rusia o China harán colapsar nuestras sociedades. Esa atalaya no siempre corresponde con la realidad. Es verdad que los hackers rusos tienen técnicas cada día más sofisticadas pero realmente parece más el intento del Kremlin a demostrar que Obama se equivocó al llamar a Rusia “una potencia regional”.
Otros voltean y miran a China como una amenaza, imaginando que el estado policial de reconocimiento facial y puntuación social del partido comunista parece ser tan eficaz que amenaza al orden liberal actual. Es bastante cuestionable si observamos los trucos que China hace desde el 2015 para intentar parecer más ricos de lo que en realidad son. La natalidad está por debajo de la tasa de reemplazo (2,1%) y se desacelera más rápidamente que la de los países occidentales, 1,8%. No es casualidad que los Chinos más ricos se preocupen tanto por sacar su dinero fuera de China y decidan mudarse a Londres, New York ó Vancouver. Ahí tienen al regulador Chino intentando que Jack Ma no se salga con la suya convirtiendo a la banca China en una copia del sistema financiero de Estados Unidos.
El populismo parece que siempre se derrota a sí mismo por su profundo desprecio a la intelectualidad, su paranoia conspiranoica y su ineficacia a la hora de gobernar. Ojalá que después de todo surja de verdad una alternativa al sistema del dinero improductivo pero bien enchufado con el poder político; a un sistema que extrae la riqueza de los ciudadanos y la transfiere a las excentricidades de un pocos.
Soy profundamente optimista y me niego a ese futuro, pero hay evidencias que demuestran que el futuro será justo como lo es ahora pero llevado al extremo. Pequeñas élites protegidas por los trabajadores de la economía del conocimiento concentrados en centros urbanos alejados del caos, de los "despreciables" del “interior” y del cambio climático. Poco se habla de la desigualdad del cambio climático, aunque existe y todo parece indicar que el insoportable calor será más tolerable en el noreste de Estados Unidos y el noroeste del Pacífico que en la costa del Golfo y en el antiguo y futuro Dust Bowl; en Canadá, Inglaterra y Escandinavia que en Italia, Grecia y España; en Japón y Corea del Sur que en el sudeste asiático.
El orden liberal cada vez más estancado nos llevará a un futuro en el que cada lugar rico de la tierra será más como cualquier otro lugar rico, cada lugar pobre más como cualquier otro lugar pobre, y el orden político a nivel nacional parecerá un fractal del orden político a nivel internacional. Una élite que parece intercambiable de un país a otro, una impotencia inquietante y mucho sufrimiento humano dondequiera que esa élite sea odiada o venerada. Zonas de caos y desorden que estarán controladas y lejos de la metrópoli, y ninguna nación o civilización en el mapa será radicalmente diferente. El mundo libre con una enfermedad, la enfermedad de la decadencia sostenible.